jueves, 3 de septiembre de 2009

De vuelta a la normalidad

Ya estamos de vuelta. Ha sido un paréntesis largo pero es lo que tiene el verano, muchas horas de sol pero poco tiempo para estos menesteres...

Aunque supongo que no habrá por ahí mucha gente que me haya echado menos.

No hemos dejado de entrenar, salvo la semana de feria, que también hay que darle disfrute al cuerpo de otra manera y eso en Málaga sí que sabemos hacerlo.

Tuve un profesor en la facultad, que era de León, que decía que si hubiera tenido que estudiar en Málaga nunca habría sacado la carrera y cuando entrenamos en el mes de Julio y Agosto a las cuatro de la tarde me suelo acordar de él y pienso que jamás se habría dedicado a la Artes Marciales en Málaga. Eso sí que tiene mérito...

Mis compañeros de entrenamiento han sido fieles e incluso hemos vuelto a formar un grupillo heterogéneo pero muy interesante para hacer Sanda antes de nuestra clase de Kung-fú tradicional. Y digo que es muy interesante porque al haber mezclados mucho niveles de conocimiento en el arte de la lucha nos permite poner a prueba nuestra capacidad de aplicación de las diferentes técnicas en el momento del combate. No obstante me siento muy satisfecho con tener esta oportunidad de poder compartir con compañeros del gimnasio, alumnos de nuestro maestro Pitu, en un horario fuera de las clases ordinarias donde podemos dejar volar nuestra imaginación combativa, intentar aplicar nuestros conocimientos e intercambiar opiniones en un ambiente muy abierto, muy relajado donde no importa "equivocarse", no importa parar la clase y no importa detener el combate para revisar algo que no nos sale. Creo que estamos aprendiendo mucho de esta experiencia y espero que, si el horario lo permite, podamos continuar con esta actividad.

Por lo demás, quiero coger un poco de carrerilla con el blog y poder transmitir todo lo que siento por las Artes Marciales.

Es hora ya de trabajar en serio nuevamente...

miércoles, 2 de septiembre de 2009

VIEJO MONJE LOCO

Gracias abogado por ofrecerme un punto donde retomar mi blog. Te lo dedico, tú sabes quién eres...

Ryokan, cuyo verdadero nombre era Yamamoto Eizo, nació en 1758 en la ciudad de Izumozaki, de la provincia de Echigo (actualmente Niigata), sobre la costa oeste del Japón. Una región de nieve. Ryokan vivirá en una época donde la paz reina en Japón.
Descendiente de una familia acomodada, su padre poeta de cierto renombre ejercía la jefatura del poblado, el joven Eizo pasó su juventud dedicado al estudio. A los dieciocho años decidió entrar en un monasterio zen. Allí su vida dio un vuelco. Estudió con el famoso maestro Kokusen de la secta Sotô quien lo inició en los misterios de la meditación sentada (zazen) o del shikantaza: sólo sentarse, (quietamente sentado, sin nada que hacer) sin objetivo. (En esta disciplina el practicante sólo debe sentarse y dejar que los pensamientos, los deseos fluyan; debe vaciarse para que la verdadera naturaleza del hombre, ese resplandor que permanece en la oscuridad, aparezca). Después de la muerte de su maestro, Ryokan fue reconocido como el único heredero y depositario de la Transmisión. Pero a pesar de haber sido designado como sucesor de Kokusen, elegirá partir. Pasará los próximos veinte años en una ermita en la montaña. La llamará Gogo an. La gente del poblado cercano, al verlo bajar de la montaña exclamaba "El monje loco está de regreso". Sonriendo continuamente, una gran pureza, una inmensa alegría y una profunda compasión emanaban de todo su ser.

Ryokan rezaba cada mañana, bajaba al pueblo, le daban alimentos, se entretenía jugando con los niños, conversando con gente común... Dicen de él que siempre estaba sonriente y que encontrarlo era "como si llegara la primavera en un oscuro día de invierno". En el final de su vida, abandonará Gogo an para instalarse en la residencia de su amigo Kimura Motoemon. Allí conocerá y entablará una relación de cómplice amistad con Teishin, una joven de 29 años. Ella permanecerá a su lado hasta el momento de su muerte en el año 1831.

Una noche se durmió con una hermosa visión de la luna. Pero se despertó poco después por el frío: los ladrones habían entrado y se habían llevado todo lo que tenía. Pero comprobó, feliz, que...
El ladrón
se dejó al marchar
la luna en la ventana
(Haiku)

Lo importante es lo que el ladrón no pudo robar:

El tesoro que el alma del viejo monje loco atesoraba, simbolizado en la luna.

El monje loco (como así se le conocía cariñosamente) murió a los setenta y dos años.